En uno de mis viajes por el mundo de Twitter, encontré ayer una interesante opinión de Victor Tseng, un reconocido neumólogo, especialista en cuidado crítico y biología transpulmonar de la ciudad de Atlanta, quien pone de presente la importancia de comenzar la planeación de la estrategia para mitigar los efectos colaterales de la pandemia, una vez superada la primera ola (morbilidad y mortalidad inmediata) de COVID – 19, incluyendo el impacto de la restricción de recursos para atender las condiciones urgentes no COVID – 19 (segunda ola), la interrupción del cuidado de las condiciones crónicas (tercera ola) y los traumas psicológicos, enfermedad mental, trauma económico y desgaste profesional (cuarta ola).
Y si bien es cierto que no es fácil llevar a cabo ejercicios de planificación a largo plazo mientras nos encontramos en modo de supervivencia, debemos prepararnos tarde o temprano para la elaboración de una estrategia para responder efectivamente al daño colateral producido por la pandemia de COVID – 19, especialmente en países como el nuestro, en los que coexisten, casi con el mismo peso, patologías infecciosas, enfermedades crónicas no transmisibles y condiciones asociadas al trauma y la violencia.
